miércoles, 23 de junio de 2010

19. Fibras naturales y las artesanias generan negocios


Tomada de la edición impresa del 08 de marzo del 2010 El Telégrafo
El almacén de la Asociación está en el barrio Santa Elena, donde se encuentran variadas artesanías.

Infórmate

La Asociación de Artesanos elabora productos bajo pedido: recuerdos, logos para hosterías, adornos para floristerías, etc.
Para conocer más sobre este trabajo o solicitar pedidos comunicarse con Gladys Ocampo al teléfono (02) 2868- 257.
El local de la asociación Corazón y Arte en Nanegalito está ubicado en el barrio La Playa, a una hora y treinta minutos de Quito.
16 nuevos artesanos de Nanegalito aprovechan el entorno ecológico que los rodea.
Por las noches las casas de catorce mujeres y dos hombres de Nanegalito (noroccidente de Quito) se convierten en talleres artesanales donde las fibras naturales que se encuentran en el sector, como la guadúa, el mimbre y el bejuco, vuelven a la vida en forma de originales piezas artesanales.

Esta actividad, que empezó como un pasatiempo, se consolidó hace tres años con la formación de la Asociación de Artesanos Corazón y Arte, que les ha permitido descubrir la habilidad de crear y obtener ingresos extras para sus familias.

Para Gladys Ocampo, presidenta de la Asociación, el formar un grupo familiar unido que trabaja por su economía y el bien común de sus miembros es el principal beneficio que ha generado la elaboración de artesanías.

“Quienes somos parte de Corazón y Arte nos apoyamos mutuamente, no solo estamos pendientes de elaborar nuestros productos, sino que cuando hay pedidos de objetos específicos todos contribuimos en su elaboración. Todos vemos por todos, así hemos podido salir adelante”, dice Ocampo.

Los miembros de la Asociación, después de desempeñar sus actividades laborales, dedican entre seis a cuatro horas diarias a su labor artesanal.
Los turistas extranjeros son los principales compradores de las artesanías de la Asociación en Nanegalito
Cada uno de ellos se especializa en un tipo de objeto en particular dependiendo de su habilidad y creatividad para trabajar con los distintos materiales que utilizan.

En sus manos todo toma forma: una pepa de mango, una piedra, semillas secas, un pedazo de madera, bisutería o piezas de uso diario.

Estos productos se venden en el almacén de la Asociación ubicado en el Barrio Santa Elena, en Nanegalito.

Los sombreros en cepa de plátano, elaborados por Olga Lara, se exhiben a la entrada y las pequeñas estanterías alrededor del local están llenas de cofres, portarretratos y vasos hechos en caña guadúa.

Al fondo se encuentran hermosos collares de semillas naturales confeccionados por René Collaguillo y en una pequeña vitrina de vidrio las camisetas pintadas a mano por Elizabeth Rivera. Ambos comparten espacio con una gran variedad de adornos decorados con petroglifos.

El principal comprador para este tipo de artesanías es el turista extranjero. “Ellos aprecian mucho nuestro trabajo, se fascinan cuando les contamos del material que están hechos los objetos y las historias que esconden”, explica Ocampo.

2.880 dólares fue la ganancia de la Asociación durante los cuatro días del último feriado de carnaval

Una de esas historias es la de Olga Lara, de 62 años, quien fue impulsada por su hija Gladys para incursionar en este arte. Ahora realiza figuras de aves, muñecas, y hombres, en hojas de plátano que son muy cotizados.

El espíritu solidario, que es la esencia de los miembros de la asociación, ha dado paso a la construcción de un modelo económico sostenible y participativo que contribuye con la economía de todos los artesanos y sus familias.

Gracias a ello han logrado comercializar sus productos en la tienda artesanal del museo de sitio de Tulipe y en el Centro de Información de Nanegalito. Además, cuentan con un local en Mindo y en Los Bancos.

En los cuatro días del último feriado de carnaval, según Ocampo, la venta en estos locales generó para cada artesano una ganancia de alrededor de 180 dólares.

Regularmente, dependiendo del tipo de objetos que elaboren y la cantidad que entreguen a los almacenes, reciben no menos de 60 a 70 dólares quincenales.
Miriam Rivera, en las mañanas se desempeña como administradora de una planta de lácteos y en las noches confecciona delicados collares con semillas o tagua.

Rivera se vinculó a la Asociación en 2008. “Decidí unirme porque vi que era una alternativa que me permitía trabajar temprano en la fábrica y en la noche podía elaborar artesanías para tener otros ingresos”, comenta.
Una cualidad de la Asociación es que la responsabilidad de ser dueños de su propio negocio las asumen todos.

70 dólares quincenales, en promedio, obtienen los artesanos por la venta de sus productos

Realizan mingas (trabajo en conjunto) para arreglar los locales, y comparten dudas y sugerencias sobre su labor.

La comercialización está a cargo de cinco personas, quienes se turnan para la atención en los locales.

“Conocemos las necesidades de todos y nos ayudamos unos a otros, según nuestra disponibilidad de tiempo. Así hemos logrado organizarnos”, indica Ocampo.

Gracias a ello lo que inició como una actividad familiar, poco a poco fue creciendo y actualmente acoge a tres artesanos de localidades lejanas que únicamente venden sus artesanías en los locales de Corazón y Arte porque el turista muy poco visita las zonas donde viven.

También ha generado fuentes de ingreso para personas del sector que proveen a los artesanos de material. Este es el caso de Jacinto Sánchez, quien junto a su padre recoge mimbre y cada 15 días lo entrega en el local ubicado en Nanegalito.

Otra parte del material que utilizan los artesanos es recogida por ellos mismos, quienes organizan caminatas alrededor de la zona para junto a sus familia recolectar semillas, helechos, hiervas, cáscaras de árbol, entre otros productos.

“Todo para nosotros es útil. Lo importante es atreverse a probar y cada vez seguir incursionando en la creación de cosas nuevas que gusten al turista”, asegura Ocampo.

Los niños crecen mirando a sus madres experimentar con todas la fibras naturales que encuentran en la zona, lo que despierta en ellos el interés por ser parte del grupo de artesanos.

“Deseamos que al ver que esta actividad genera varios beneficios se involucren en ella. Eso ocurrió con mi hija y cuando recibió el dinero por su primera venta estaba feliz y ahora dedica parte de su tiempo a tejer bolsitos”, cuenta Patricia Rivera.

Graice Narváez, de 10 años, es la socia más joven del grupo. Al ver cómo su mamá Patricia Rivera ganaba dinero tejiendo bolsas en las noches, decidió aprender.

Link: www.ticsdemanabi.net

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